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Un parque de capricho. Y sobre el papel pinta mal: los jardines de la finca de recreo de una aristócrata que quiso emular Versalles. Una relativamente pequeña finca ocupada con unos jardines versallescos casi de bolsillo; la finca va creciendo y se van incorporando diversos y muy dispares ajardinamientos; y para rematar el despropósito, “los caprichos”: una fortificación que no lo es, que es un juguete de mampostería de no más de un metro y medio de altura rodeada por su típico foso, en el que puedes mojarte la pantorrilla si llegaras a caer en él.
Un parque de capricho. Y sobre el papel pinta mal: los jardines de la finca de recreo de una aristócrata que quiso emular Versalles. Una relativamente pequeña finca ocupada con unos jardines versallescos casi de bolsillo; la finca va creciendo y se van incorporando diversos y muy dispares ajardinamientos; y para rematar el despropósito, “los caprichos”: una fortificación que no lo es, que es un juguete de mampostería de no más de un metro y medio de altura rodeada por su típico foso, en el que puedes mojarte la pantorrilla si llegaras a caer en él; también, una pequeña construcción con apariencia de ermita, construida ya con apariencia de antigua, y unas ruinas levantadas ya como tales ruinas.
Y se puede continuar, con un palacio y un salón de baile que se quedarían cortos con el intento de emular la grandeza de Versalles, y una laguna y unos canales sin excusa de necesidad para navegarlos desde su embarcadero y poder llegar así al salón. Todo muy del gusto de la época, ideado y pergeñado para el entretenimiento de una aristocracia ociosa y pretendidamente grande.
Pero el tiempo, y probablemente también el abandono, lo han preñado de encanto; convertido es un parque entrañable, muy agradable de pasearlo, y muy agradable de fotografiarlo.
Hoy tenemos un parque singular, mayoritariamente paisajístico, de estilo ingles, en el que todo ayuda a que nos sintamos inmersos en un espacio natural o de ensueño, según nuestro estado de ánimo. La propia orografía y sus árboles centenarios, principalmente sus majestuosos pinos, le proporcionan su verdadero carácter. Y los “caprichos”, ahora sí, como curiosidades que nos van apareciendo medio escondidos entre la vegetación, contribuyen a crear una atmósfera de cuento. Incluso su tamaño, el del parque, y sus diferentes estilos, vienen a ayudar a que recorrerlo signifique un agradable paseo y la estancia en él nos proporcione una sensación de aislamiento y sosiego equiparable a la de encontrarnos en el interior de un inmenso bosque en un tiempo ya olvidado.